UN BREVE PONTIFICADO

El 31 de marzo de 1829 fue elegido como Pío VIII el Cardenal Castiglioni, tras la muerte de León XII en la primera decena de febrero.

El pontificado de Pío VIII será uno de los más breves de la Historia de la Iglesia, pues tan sólo estuvo en la Cátedra de San Pedro veinte meses.

Era de prever que en tan corto pontificado y adoptando esa postura de consideración y observancia de lo concordado, que había aprendido en la escuela consalviana, no se

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nombrasen muchos obispos. Desde luego, residenciales no nombró ninguno y Vicarios Apostólicos sólo dos, precisamente ambos en el país argentino, logrando restablecer las base jerárquicas de la Iglesia en Argentina`.

Para Méjico, por otra parte, en aquellas circunstancias Pío VIII creía oportuno nombrar Vicarios Apostólicos por dos motivos: primero porque quizá serían aceptados por la corte española; y en segundo lugar porque prefería esperar a la consolidación del régimen mejicano, que se mantenía en un equilibrio inestable hasta hacer el nombramiento de Obispos residenciales`.

Por eso el 19 de octubre 1930 se expidieron los Breves nombrando Vicarios Apostólicos con carácter de Obispos in partibus para las diócesis mexicanas, y para las argentinas.

Pero el encargado de negocios del gobierno de México, y canónigo de Puebla, Don Francisco Pablo Vázquez, opinaba que el nombramiento de Vicarios con carácter episcopal no era suficiente, y se negó a aceptarlos. Comunicando al cardenal Secretario de Estado que esperaría hasta el 15 de diciembre`.

Ni el canónigo Vázquez cedió; ni tampoco el gobierno de Madrid, a pesar de que Labrador comunicase que le era imposible sostener por más tiempo la intervención de Su Majestad en el nombramiento de obispos propietarios de aquellas sillas"'.

Ese mismo Embajador añade: «Si el canónigo Vázquez y sus compañeros de rebelión no tuviesen otras miras que las que aparentan de la conservación de la religión católica en Méjico, la determinación de S.S. debería satisfacer sus deseos, pero en lugar de mostrarse agradecido ha respondido que no admite los nombramientos»84.

Por su parte el Consejo de Ministros del día 6 de diciembre de ese año decide comunicarle a Labrador que existiría la imposibilidad de remover a los obispos en el caso de que fueran residenciales, una vez que Fernando VII hubiese reconquistado la Nueva España, «además, los que mandan en América se ríen de la religión y sólo quieren engañar al pueblo mostrándole que el Papa, al dar obispos reconoce la independencia»8S.